Marcos Recio
3 de abril de 2020
En estos tiempos donde las condiciones de la vida cÃvica han sido modificadas drásticamente se han tenido que cambiar las dinámicas sociales por otras más primarias, menos elevadas. El instinto se agolpa en los entresijos del pensamiento de los individuos, y muchas veces estos dejan de serlo. Lo que caracteriza al individuo es ser la instancia de una clase, ser un elemento que pertenece a un conjunto porque cumple el requisito de membresÃa, pero aparte de ello, el individuo tiene unos atributos que lo diferencian del resto de elementos de la clase. Cuando el tono se rebaja porque el contexto asà lo requiere o desde el contexto se dan las condiciones de posibilidad de la primacÃa del instinto, entonces el individuo es sólo elemento y puede tomarse como tal, obviando los detalles en que consisten sus atributos secundarios.Â
No es el confinamiento ni la obligatoriedad del cumplimiento de nuevas reglas y leyes al uso lo que limita la libertad efectiva del individuo, es la confección de un pensamiento único que trata de arrastrarlo en la corriente del tópico común. Entretanto, las fronteras entre dominio público y dominio privado se diluyen y se confunden los conceptos de moralidad y legalidad. En tanto que CategorÃas podemos tomar los atributos esenciales de las clases para compararlas y establecer relaciones de semejanza (morfismos) entre ellas según sus operaciones internas. Con los individuos devenidos a elementos podemos hacer lo mismo, la sociedad civil ha sufrido unos procesos de división y conquista mediante los cuales los elementos se agrupan en racimos o clústers.Â
Todos estos racimos o agrupaciones están comenzando a tomar dinámicas similares y operan en la realidad efectiva de una misma forma ante los problemas: En lugar de una búsqueda de soluciones y una comparativa de su efectividad y eficiencia se realiza una búsqueda de responsables y una comparativa de culpabilidad; cada racimo busca a su vez dividir su complemento en héroes y villanos, sin la complejidad de la modernidad donde el héroe deviene a antihéroe y el villano tiene complejidades y donde no puede asociarse a la vieja y empolvada dicotomÃa entre bien y mal. No se deja que el individuo lo sea en sus posibilidades de elección y en su libre albedrÃo, no se le da la elección de hacer buenas acciones y malas acciones. En la primalidad, o se es héroe y se pertenece  a la esfera del Bien o se es villano y se pertenece a la esfera del Mal. Un simple detalle de tu personalidad como individuo te lleva, según el mores de cada racimo, a uno de los dos hemisferios en su simple concepción del mundo.Â
Allá donde dicte la moralidad de cada racimo lo que cada acción representa, no por sus resultados, sino por el acto mismo de tomar la decisión de ejecutarla, entonces estarás como individuo sujeto al juicio en la legalidad para el racimo. La legalidad pierde su aspecto formal y objetivo para convertirse en súbdita de la legitimidad y esclava de la moralidad y costumbres del racimo. En esto es cuando formulamos el primer lema donde asumimos todos los racimos como iguales según su operación para con su complemento: la disolución completa de los ámbitos público y privado. El juicio moral deviene a juicio de legitimidad de los actos privados, la primalidad juzga la conducta de los individuos, ahora tan sólo elementos, para distinguirlos.Â
Asà pues, con la simplificación del pensamiento se simplifica todo lo que antes fue complejo, lo público y privado ya no son distinguibles y toda acción está sujeta a juicio. La complejidad ética de las acciones se simplifica al binomio bien/mal, y el trinomio libertad/justicia/igualdad donde antes se regÃa por moralidad/legitimidad/legalidad ahora la legalidad y la legitimidad se ven supeditadas a la moralidad, por supuesto, olvÃdense de un concepto de igualdad ante legem, aquà la igualdad ha perdido su aspecto formal con la pérdida del regimiento de la legalidad formal, ahora es una igualdad post legem y donde esa ley viene dada por el mores de turno.Â
Termino esto diciendo que si les cuesta seguir pensando como individuos, déjense de Ãnfulas y de buscar soluciones parciales, abracen la primalidad, busquen su racimo favorito y comiencen a buscar responsables. Pero si ser un elemento les cuesta y se les hace harto difÃcil la ardua tarea de tragar con la simpleza después del devaneo de complejidades en que su pensamiento se ha venido conduciendo, entonces abracen la complejidad, separen su moralidad y lo que creen como sus valores fundamentales de los aspectos formales de legitimidad y legalidad y ruego, que si como individuos quieren complicarse la vida, valoren la libertad de los otros individuos como la suya misma y acepte que tomen decisiones que no le convencen o incluso le disgustan sin llegar a juzgarlos mientras quede, efectivamente, una separación entre el ámbito público y privado. La ejemplaridad es una deformación monstruosa de la legalidad que trata de aunar libertad y legitimidad e introducirlas en el ámbito legal por la fuerza. Sigan siendo complejos, desde las contradicciones intrÃnsecas que esto implica y también con los detalles que incluye, pues precisamente se categoriza para simplificar y abstraer y se individua para conocer.Â